4 UNA EXPOSICION EMBANDERA EL ARTE POLÍTICO

Por Marjan Groothuis
Buenos Aires Herald
Domingo 16 de febrero de 2003

Es interesante comparar la exhibición Boquitas Pintadas que termina hoy (Sala 4 del Centro Cultural Recoleta), con la recientemente inaugurada Ansia y Devoción en la Fundación Proa. Fueron montadas por Julio Sánchez y Rodrigo Alonso respectivamente, ambos historiadores del arte, profesores y curadores. Pese a todo, las muestras podrían difícilmente ser más diferentes en estilo. La primera está dominada por una visión casi frívola, mientras que la otra está cargada de simbolismo, escrito con mayúscula. Ansia y Devoción echa una dura mirada a la política Argentina y su influencia sobre la sociedad, en el presente y a lo largo de la historia. Esto no significa que la exposición no valga la pena, sino todo lo contrario, aunque de vez en cuando sea difícil de digerir y, desafortunadamente, lo políticamente correcto a veces adquiera demasiada preponderancia. Sin embargo, esta es una tendencia muy común en estos días, siendo la última Documenta en Kassel el principal ejemplo, pero la gran pregunta es, desde luego: son las manifestaciones artísticas la forma correcta de comunicar y poner en alerta a las personas acerca de los problemas sociales? El Guernica de Picasso podría ser una excepción -al punto de que durante uno de los discursos de Colin Powell sobre Irak los tapices que reproducían esta pintura en el edificio de las Naciones Unidas fueron tapados porque citaban los horrores de la guerra- pero, por supuesto, no detiene las injusticias sociales. Por otro lado, es entendible que los artistas sientan la necesidad de expresar sus pensamientos y preocupaciones a través de su arte, pero sólo en casos excepcionales esto llega al público en su totalidad. Otro punto a tener en cuenta es que el trabajo artístico debería al menos ser interesante de ver, idealmente, aunque sea provocativo, porque de otro modo resulta en vano y un mero ejercicio auto justificado.
De cualquier forma, el enfoque de Alonso es justo y su concepto está muy bien pensado. En realidad, depende de dos ideas denominados "ansia" -que lidia con conflictos de orden social y con la emigración- y "devoción" -que trabaja sobre la religión y la espiritualidad en su sentido más amplio-. Es lógico que no todos los treinta y siete artistas invitados sean igualmente desafiantes, pero es interesante saber que ninguno de los trabajos fue hecho especialmente para esta exhibición. Fueron agrupados por su curador bajo un pensamiento claro y, finalmente, lo que cuenta es que es una exposición que puede ser recomendada. Hay algunos trabajos buenos, otros menos buenos y algunos demasiado obvios y literales, pero el visitante seguramente disfrutará de la mayoría.
En el primer piso, presten atención a las fotografías de Juan Travnik, que remarcan el poco respeto que se le brinda al patrimonio cultural en Buenos Aires: unas pocas puertas quedan de lo que una vez fue un hermoso edificio, mientras que la construcción de un bloque rectangular de concreto está en pleno progreso. La realidad social es tomada en la obra de Daniel Ontiveros: un carrito de supermercado (1998) repleto de latas vacías que hoy son un lujo. Mucha gente trata de subsistir recolectando papel o busca trabajo (como en las fotografías de Sebastián Friedman), o protesta, como en las fotos de piquetes de Gian Paolo Minelli. Un perfil más poético puede encontrarse en el trabajo de Leonel Luna, en el que los autos demorados por el corte de una ruta parecen emerger del horizonte, del cual emana una efímera luz.
En la planta baja, la fotografía de Carlos Furman de un Cristo en una cruz en el medio de un campo inundado en las pampas es casi surrealista, mientras que las imágenes de Santiago Cavinato de personas marchando a la iglesia de San Cayetano en Liniers llevando imágenes del santo muestran la desesperada situación de muchos argentinos. La obra de Oscar Bony, en la que se ve a un santo o una virgen vestida de blanco y un disparo de bala en el vidrio del cuadro trabaja sobre la violencia. Realizada en 1999, parece haber sido una predicción de la actual situación que desciende en espiral, en donde ya nada ni nadie parece ser sagrado.
En el mismo piso, aunque en otra sala, se pueden encontrar los trabajos que hacen referencia a la emigración. El proyecto "Argentinos seleccionados" realizado por un grupo de artistas, presenta a una compañía virtual, que ofreció exportar profesionales argentinos al mundo en cápsulas especiales. Fue diseñado y puesto online un sitio web, se hicieron folletos publicitarios, posters, etc. -es decir, todos los trucos de marketing para lanzar exitosamente una compañía- y en tres meses 300.000 personas visitaron el sitio y muchos de ellos enviaron su curriculum. El proyecto puso en claro la ingenuidad del público y el poder de manipulación de las compañías, pero también resalta la trágica situación del mercado laboral, en el que las personas se aferran a cualquier cosa que parezca una oportunidad. Finalmente, los videos de Silvina Cafici y Gabriela Golder sobre cuatro mujeres peruanas hablando sobre su vida en Argentina como empleadas domésticas, y el "Mercado de cuerpos" de Francisco Paredes muestran otro perfil más de la realidad social y aseveran que el dinero en grandes cantidades hace girar al mundo.

Boquitas Pintadas (sala 4) en el Centro Cultural Recoleta termina hoy (hasta las 21 hs.)
Ansia y Devoción en la Fundación Proa, Av. Pedro de Mendoza 1929 (La Boca) se puede ver hasta el 28 de febrero. Horario: Martes a Domingos de 11 a 19 hs.